el costurero de matilda 2: BROCHES DE FIELTRO

BROCHES DE FIELTRO

Os dejo mas broches de fieltro , variados me han pedido algunos y os pongo aquí algunos para que veáis ......unos cuantos de entre todos los que hago ..pongo estos porque me lo han pedido ..me han dicho que pusiera algunos de pollitos y nubes y yo ......

he puestos otros cuantos ...para que en particular esta amiga vea las casitas los árboles las mariquitas y bueno muchos mas ...todos los que me digáis os los puedo hacer ...así que amiga ya estarás viendo el campito lleno de animalitos .....es que, es la hora de comer y han salido todos a eso y con el solecito pues están en la gloria bendita .los pollitos pian pian, la mariquita revolotea y el sol a todos calienta ....las flores crecen a su alrededor y las nubes salen a ver si pueden .....los árboles dan su fruto y así .......todo va funcionando......mañana mas.

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Dijo el hombre a la Hilandera:
a la puerta de su casa:
—Hilandera, estoy cansado,
dejé la piel en las zarzas,
tengo sangradas las manos,
tengo sangradas las plantas,
en cada piedra caliente
dejé un retazo del alma,
tengo hambre, tengo fiebre,
tengo sed..., la vida es mala...
y contestó la Hilandera:
—Pasa.

Dijo el hombre a la Hilandera
en el patio de su casa:
—Hilandera estoy cansado,
tengo sed, la vida es mala;
ya no me queda una senda
donde no encuentre una zarza.
Hila una venda, Hilandera,
hila una venda tan larga
que no te quede más lino;
ponme la venda en la cara,
cúbreme tanto los ojos
que ya no pueda ver nada,
que no se vea en la noche
ni un rayo de vida mala.
Y contestó la Hilandera:
—Aguarda.

Hiló tanto la Hilandera
que las manos le sangraban.
Y se pintaba de sangre
la larga venda que hilaba.
Ya no le quedó más lino
y la venda roja y blanca
puso en los ojos del hombre,
que ya no pudo ver nada...
Pero, después de unos días,
el hombre le preguntaba:
—¿Dónde te fuiste, Hilandera,
que ni siquiera me hablas?
¿Qué hacías en estos días,
qué hacías y dónde estabas?
Y contestó la Hilandera:
—Hilaba.

Y un día vio la Hilandera
que el hombre ciego lloraba;
ya estaba la espesa venda
atravesada de lágrimas,
una gota cristalina
de cada ojo manaba.
Y el hombre dijo:
—Hilandera,
¡te estoy mirando a la cara!
¡Qué bien se ve todo el mundo
por el cristal de las lágrimas!

Los caminos están frescos,
los campos verdes de agua;
hay un iris en las cosas,
que me las llena de gracia.
La vida es buena, Hilandera,
la vida no tiene zarzas;
¡quítame la larga venda
que me pusiste en la cara!

Y ella le quitó la venda
y la Hilandera lloraba
y se estuvieron mirando
por el cristal de las lágrimas
y el amor, entre sus ojos,
hilaba...

Andrés Eloy Blanco
Poeta Venezolano

MATILDITA LA COSTURERA

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